lunes, 30 de mayo de 2011

EL DIARIO DE CRAB DAHMER


23 de diciembre

Al día siguiente, durante la mañana, le dedicó mas tiempo al estar pendiente del cielo y al más leve sonido en las copas de los árboles. Mientras tanto el anciano, vanamente limpiaba sus harapos, aunque sin resultado positivo. No podía entender la razón por el cual no lograba limpiarlas y; que, por lo contrario, estos seguían multiplicándose en inmundicia. Para el joven, era como si todos los seres humanos hubieran desaparecido y permanecido solo impregnados en el anciano y  sus jirones.

La catástrofe final, sin embargo, ocurrió precisamente al atardecer. La piel de aquel anciano, en el rostro y en las manos, había adquirido un color mas diáfano,  y se había adherido a sus huesos con tal tirantez, que parecía fácil de romperse con el menor roce. A medida que éste se hacia mas transparente, tuvo la sensación que su cerebro dejaba de funcionar con perfecta claridad, de manera que, a menudo, se apartaba y principiaba a hablar consigo mismo.

_. Lo dejaré aquí sentado _ suplico _. Es inútil….

Miraba atentamente aquel rostro vidrioso del anciano, enmarcado en su incipiente barba, con ojos mortecinos y la boca contraída en un rictus de dolor. Y por primera vez en su vida, fue preso de la duda. ¡De una duda horrenda! ¿Acaso se había abandonado frágil a su propia ilusión cuántica? ¿Seria posible que toda esa espantosa espera, en el anciano, era el signo de aquel estado vivo - muerto que siempre tuvo un significado trascendental para él y, que por lo contrario, ahora, en realidad era solo una espera inútil, en un paraje desolado?. Esta vacilación le causo tal sobresalto, que inmediatamente intentó perder al anciano. Este acto mismo restauro su fe, dejo de dudar de si mismo y empezó a dudar de aquel compañero. Aquella visión le parecía muy familiar _. ¿Había cometido algún error? ._. Se preguntó. Y ansiosamente trato de descubrirlo. Pero fue todo inútil.

La apariencia cinematográfica que diera los primeros rayos del sol a aquella ribera del arroyo se había desvanecido. Cuando el estudiante intento alejarse, el polvo junto a sus pies parecía haber ganado altura y sumergido algunos centímetros sus extremidades. El aroma de las malvas y eucaliptos habían dado paso a las  vaharadas de hojas chamuscadas, además, de un olorcillo agrio que provenía de un cercano montículo de excremento de bueyes. El anciano, que se hallaba en la misma posición que la mañana, ahora miraba absorto aquel montículo y a algunos despreocupados escarabajos que habitaban en su interior, dotándolo de vida.


_. Madre mía_. Musitó agitado. Luego, se incorporo y empezó a zarandear débilmente al estudiante.

_. Venga conmigo_. Murmuró al oído, con gran solemnidad _. Debemos dirigirnos al otro lado de este arroyo.

_. ¿Ahora qué ocurre? _. Musito el joven.  Mientras era remolcado con todo el vigor de que era capaz. Sus cabellos negros, casi del mismo color de sus ojos, caían en blandas ondas sobre su frente. Daba la impresión, sofisticado y levemente retraído, ser considerablemente mayor a sus veinte años.

_. Todo esta muy bien, nada mas hágame el favor de acompañarme._ Replico el anciano, con gesto de consuelo._ . Debemos apresurarnos …


_. Creí que regresar a ese infierno solo tenía un propósito impostergable. _. Dijo, a la vez que sonreía nerviosamente deteniéndose un tanto, para poder contemplar con asombro alguna señal de  aquella vieja estancia. _.  Pero siempre regresamos ...cierto? _. Preguntó _. Y probablemente sea el culpable, ese famoso cangrejo azul.

La sonrisa del anciano se hizo casi imperceptible: _. El cangrejo?. Sin duda, fue un presuntuosa pintura hace décadas atrás._ Dijo _. Pero por ahora, aquí en “Alabanda”,  uno … ya solo se esta infestado de ciertas  alimañas y escarabajos.

Empezaron a caminar con lentitud, deteniéndose a menudo El peso del cuerpo del anciano se hacia cada vez mas abrumador. Vaciló y dio un traspié, aunque no llego a caer al suelo. El joven continuaba en silencio, pero por fortuna no dejaba de caminar, obedeciendo infantilmente cuantas ordenes le daba el anciano. Esta actitud fortaleció grandemente el ánimo de éste. Arrastro al desdichado estudiante por la cuesta de la colina, a través de la oscuridad, caminando impaciente por la arboleda, sin alejarse del sendero que le era tan conocido.

El estudiante sentía que una decisión inquebrantable le impulsaba hacia aquel lugar donde él se había refugiado luego de desplomarse del helicóptero, en espera de que sonara la hora de su destino.  Dónde había sentido que irradiaba un albor mientras dejaba atrás, entre la maleza, oculta y caída, una silueta sombría, aquella mañana.

 El recuerdo se había disipado ya, pero  le parecía que había quedado un mensaje, la señal que él había implorado. Los esperaban en aquella estancia, en aquel lado del arroyo  y por eso ahora su corazón empezaba a sentir la convicción que su deber consistía en dejarse conducir por aquel extraño anciano, hacia esa colina.

Y por encima de su debilidad física,  estaba la convicción ulterior de que un sueño solo radicaba en el tormento de ese viaje, de regreso,  en compañía  de aquella figura encorvada del anciano, muerto - vivo, en tanto que un desenlace final, presentido, le esperaba en aquella estancia, ahora sacrosanta, bendecida por la presencia de aquella silueta sombría que dejara atrás, entre la maleza y aquel cuadro que reflejaba a Hécate habitada por un cangrejo: la suprema imagen del mundo de los sueños que surgía de las profundidades mas desconocidas e ingresaba al mundo visible a través de poderosas imágenes y sentimientos que no podían ser ignorados. Casi siempre cuando se esta agonizando.

miércoles, 25 de mayo de 2011

EL DIARIO DE CRAB DAHMER

21 de diciembre

 De regreso. Al transponer el umbral del cementerio, advirtió, que el anciano había desaparecido. Miro al rededor, hizo un esfuerzo a fin de traspasar con la mirada la oscuridad del ambiente, y, luego, volvió el rostro al escuchar una voz delicada que le decía:

_. Aquí estoy. … Atrás.

Allí estaba de pie, efectivamente: tenía el apariencia de un verdadero espectro.

_. ¡Sheet …!_. Dijo, caminando. _. ¡Abuelo, qué susto me ha dado…!

_.¿Eladio?. …verdad…?_. Respondió, trasluciéndose a través de su voz el acento de una alegría reprimida_. ¿Cómo se salvo? ¿El hermano Juan Ayala…. esta contigo?. ¿Huyo la hermana Sara Luz ?

_. ¿Señor …? ._ Le interrumpió al mismo tiempo que vaciaba el agua y metía el brazo dentro de la casaca de cuero._ No .soy Eladio …. .y tampoco sé de quienes me habla.

Se produjo un instante de penoso silencio, durante el cual el anciano parecía darse cuenta del significado de aquella situación.

_. Entonces …? Si. Cómo es que usted sobrevivió aquí ….

Antes de que pudiera contestar, surgió de repente el traqueteo vibrante de un helicóptero proveniente del norte, cuyo sonido iba aumentando de volumen a medida que se aproximaba, hasta que finalmente paso rasante, encima de ellos, y fue a extinguirse en el sur.”


Crab, se detuvo antes de proseguir la lectura. Trato de recordar la época en que su hermano había escrito aquella pagina. ¡Que inquieto estaba aquel día!. A cada momento consultaba el reloj. Protestaba amargado al ver a su madre llorosa. Le habían obligado a no desprenderse de ella y ahora, hacia gestos para reblandecerla. En aquel tiempo … probablemente él estudiaba los primeros trazos de su proyecto intimo; había adquirido y leído con impaciencia a Frederik Pohl - en “la Llegada de los gatos cuánticos” - a “Cronopaisaje” de Gregory Benford. (Cuantos deseos de conocerlos). Le hubiese gustado que nadie le acompañara hasta el aeropuerto. Rezongaba: “¡Pensaran que no salí nunca de viaje!”….

Al cabo de algunos minutos, un nombre le atrajo poderosamente la atención. Sin embargo, prosiguió leyendo sin preocuparse de lo que precedía.

“Ambos permanecieron inmóviles durante largo rato, con el rostro en alto, en actitud de enorme tensión. Aquella incursión trajo a la mente del estudiante la angustia de los días recientes. Era todo un vaticinio de mal agüero: el vuelo de las golondrinas al despertar, su rostro sonriente en el espejo trizado de la estancia …

_. Señor _. Dijo adelantándose un poco y escudriñando en la oscuridad la silueta del anciano _. Solo vine a caer accidentalmente, esta mañana.  ¡Estoy completamente solo! ….

El rostro del anciano adquirió un aire de concentración profunda.

Aun desde el punto de vista lugareño, aquel lado de la orilla era un paraje pedestre y grotesco. Parecía un conjunto de crucifijos de madera sobre soportes flotando en las oscuras aguas del arroyo, tenía su color y más o menos su firmeza. Lo único amparador era la fragancia de la flora silvestre que venía del bosque cercano de eucaliptos, alisos y  malvas. Tal ves una mezcla de todo eso, y mas aún


_ Esperaba a alguien, en el momento de su llegada. Y aquí debo continuar esperándolo. Vendrá pronto, estoy cierto de ello.

_. Pero, usted, abuelo …. ¿Me parecía que…?

_. Le suplico que por mi no se preocupe._ Dijo, interrumpiéndolo. _. Ahora en mi condición, no corro peligro de ninguna clase.

La respuesta le dejo intrigado. Se percató que las palabras pronunciadas por el anciano habrían tenido un significado distinto, de haber nacido de labios de otro ser, pero tratándose de éste, sentía una gran confusión al intentar adivinar su verdadero valor. A él, por consiguiente, poco le quedaba por decir o hacer.

_. ¿Se encuentra bien?_. Preguntó el anciano con suavidad, agregando, luego _. Se que los habitantes de este lado del arroyo, siempre dejamos mucho que desear. y sonreímos por ello. Así que hijo no debe hacer caso a lo que le digo ….


_. Si, esta bien, abuelo _. Replico en un tono de perplejidad vergonzante. Traspaso el umbral y se dirigió, torpe, al sombrío interior del cementerio, recostándose en un rincón, con la cabeza apoyada sobre las rodillas. Permaneció inmóvil durante algún tiempo, contemplando la oscuridad, absorto en averiguar el significado de fenómenos tan diversos. Musito, totalmente rendido: “Señor Erwin Schrödinger, aquí se halla oculto ahora su gato …y no precisamente en una caja… es una tumba”, y se quedo profundamente dormido.”


sábado, 21 de mayo de 2011

EL DIARIO DE CRAB DAHMER


20 de diciembre.

Se detuvo por un instante, frente a un sendero, expectante, atento siempre al ruido más leve. Pero cierto instinto primario le obligó a caminar cuesta arriba, pudiendo moverse ahora con mayor libertad. Sentía los labios demasiados secos. Recogió parte de un  racimo de sauco y los sorbió, lamiéndose luego la palma de sus manos. De repente el sendero se encaramó por una cuesta, mas erizada aún. Se detuvo, permaneció inmóvil, absorto en la contemplación de las ruinas de un solitario chamizo construido en medio de un pequeño claro.

Había llegado a la parte más distante de aquel yermo. A partir de allí, el claro acababa por esfumarse entre una serie de pequeños surcos infecundos y otoñales.. Veíase a la izquierda un grupo de pequeñas chozas, y, a la derecha, algo singular que bien podría ser los restos de una polvorienta casa. El armazón de una motocicleta yacía destartalado al lado, todo herrumbroso, apoyado sobre lo que alguna vez fueron las ruedas.

Suspendida del techo de la galería estaba un caparazón de armadillo, y sobre una columna pendiente, descansaba un inmenso espejo trizado. Los adornos de los muros consistían en mariposas a travesadas por espinas y un cuadro que reflejaba una misteriosa Hécate en sus tres fases, llevando un vestido blanco que caía sobre un charco y un cangrejo azul. Debajo unos escuálidos y nudosos tallos, secos, intentando ganar altura.

Notó todo esto mientras permanecía inmóvil, absorto. En torno imperaba ese ambiente de olvido y desolación que es propio de los lugares abandonados a toda prisa. Hizo el intento de llamar:

_. ¡Hay alguien ..!

El sonido de su voz interrumpió bruscamente el silencio, como si alguien hubiera disparado un tiro en la tranquilidad de aquellas ruinas. Espero algunos segundos, llamando en seguida con mayor insistencia.

_. ¡Hola ….!. ¿hay alguien…?

 Lanzo una postrera ojeada hacia atrás, y recorriendo con la vista cuanto había a su alrededor, se encaminó hacia el interior de la estancia, deteniéndose un instante en la columna, miro de reojo el espejo quebrado y, luego, al verse reflejado, le vino a la mente lo pueril de su comportamiento, de tal manera que, sonriendo se  dirigió sin darse prisa hacia la tinaja de agua de lluvia que había tenido ante sus ojos todo el tiempo.

La falta de alimento no le preocupaba. En el bosque había muchos frutos silvestres y, por lo demás, sobraba tiempo para meditar acerca de su futuro. Apretando estrechamente los labios, se puso a observar, desde la galería, la colina escarpada, deseoso de subirla y empezar a explorar todo aquello, no obstante, la extraña indecisión que le embargaba. No podía hallar una explicación satisfactoria a todo cuanto le ocurría, pero lo cierto era que sentía un gran alivio en donde se hallaba ahora. Luego se burlo despectivamente  de su propia letanía, y se lanzo cuesta abajo, en dirección del pequeño grupo de chozas.

Media hora después ya iba nuevamente camino arriba, de regreso, hacia la estancia. En todas las chozas de aquel llano desierto no había encontrado sino desechos, cuando de pronto escucho algo así como un grito sordo y lastimero. Recorrió febrilmente a toda carrera la distancia que le faltaba. Pero, la tierra y el cielo ofrecían el inocente semblante de una atmósfera encantada, donde nada podría ocurrir.

Luego, encamino sus pasos, hacia una pequeña puertecilla de madera, donde se interno, hasta tropezar en la oscuridad, con un espeso mullido de paja y hojarasca. Estrujo y  golpeo  varias veces y satisfecho de no encontrar algún reptil o insecto, se recostó con dificultad.

Poco después le vino el deseo de dormir, y para distraerse se puso a cavilar acerca de la desolación de aquel lugar. Una enorme sombra entonces, empezó a devorar la habitación y le asalto cierto temor, al grado que incluso le pareció más seguro el bosque.

Decidió regresar de nueva cuenta. Conduciéndose por una serie de recodos, situados precisamente en el fondo de una maraña inextricable de maleza, bajo la cual se distinguía el murmullo incesante de un sin numero de pequeños seres alados. Empezaba a dudar de su sensatez. .Luego casi en el instante que se confundía la luz diurna con la oscuridad de la noche, el sendero descendió súbitamente.

Frente, se hallaba un arroyo sobre el cual, una tras otra, sembradas, tres rocas la cruzaban y figuraban ser el puente. A corta distancia, casi en la orilla, se erguía diminuto un cementerio: sus apilados muros de piedras y, capilla rematada por una grotesca cruz de madera,  perfilaban la más extraña de las apariciones: un anciano. Acurrucado en actitud de abatimiento infinito, apoyando la cabeza en el pecho y con las manos, débilmente afianzadas en un sombrero.

Permaneciendo en la misma posición, ahuyentando maquinalmente a  los mosquitos, se puso a contemplar a aquel desdichado anciano; encorvado, envuelto en voluminoso y fúnebre atavío. La blancura de sus harapos sobrecogía el ánimo, parecía un alumbramiento ante aquellos desamparados nichos. No dejó de mirar al anciano, detalle por detalle, hasta reparar en el sombrero: tendría razón _ pensó _ si dijera que era un sombrero deforme; con manchas como crustáceos incrustados, hilos retorcidos por las puntas como vegetaciones cutáneas propias de la vejez del fieltro.

                        Sin embargo, al comprobar que el anciano estaba solo y sin poder reprimir un gesto de repugnancia dijo: _. Al fin y al cabo siempre resguardaron  los recuerdos._ bajando silenciosamente la erizada cuesta.

Estaría a unos veinte metros de distancia, cuando el anciano se percato de su presencia y levanto la cabeza. Se detuvo. Observaronse mutuamente durante unos cuantos segundos, a través de la oscuridad,  desplomándose luego, aquel anciano, como si fuera un tablero de ajedrez de rusticas piezas. Vacilo un instante, miro a su alrededor, y precipitándose hacia aquel hombre caído le dijo algo impreciso. Estaba inerte, con la boca ligeramente entreabierta. Se escuchaba claramente el sonido de su respiración veloz y entrecortada, pero no era posible averiguar si tenía abiertos o no los ojos, pues la oscuridad era demasiada densa.

_. Señor … ¿se siente mal? _. Preguntó tímido.

Permaneció inmóvil, desconectado y con cierta penosa sensación de pánico. Se encorvo y empezó a mirarlo nuevamente con curiosidad. La oscuridad reinaba en el interior, siendo fácil escuchar el zumbido de los insectos. Luego, con extrema cautela deposito al anciano, cerca de un muro, y salio camino al arroyo. Ahora se movía con menor cautela, tenia la sensación de estar bajo el amparo de la oscuridad.”


martes, 17 de mayo de 2011

LA VERDADERA CAPACIDAD DE ARRASTRE POPULAR DE SENDERO LUMINOSO

Si bien la captura de Abimaél ocurrió en septiembre del 92,  en realidad el descalabro de Sendero Luminoso ocurrió poco antes, en concreto, cuando tal organización perdió su influencia en el campo por obra de los campesinos. estos, optarían por enfrentarse a los senderistas organizados en comités de autodefensa civil también conocidos como rondas campesinas. Esta sugestiva hipótesis es que la masificación de las rondas entre las comunidades campesinas, sobre todo cuando su introducción fue un acto de concenso entre los militares y los propios campesinos, a la vez que logró su cometido de aislar a Sendero Luminoso, le hizo perder el amplio control territorial que hasta fines de los años ochenta tenía sobre las regiones de la sierra: centro y sur.  Lo curioso es que este hecho pasó desapercibido para la opinión pública, debido a que entre los "senderólogos" y los periodistas causaron mayores impactos noticiosos el avance senderista a las zonas de producción de coca en la Amazonia y su penetración en los barrios populares de Lima. En otras palabras, los analistas políticos y los medios de comunicación contribuyeron a incentivar el mito de un "Sendero Luminoso triunfador" de la guerra interna cuando en realidad la coyuntura en el escenario donde ocurrió su apogeo, la sierra centro-sur, comenzaba a serle adversa. La pérdida progresiva de las comunidades campesinas a las que Sendero Luminoso consideraba sus aliados naturales en el campo, obligó a la agrupación armada a trasladar a principios de los noventa el escenario principal de sus acciones terroristas a la capital, incluyendo esta decisión el traslado de su líder y la mayor parte de su dirigencia a Lima. A la larga, esta medida táctica que denominaron como la "fase del equilibrio estratégico" fue el inicio de su repliegue y, finalmente, la captura de sus principales cuadros políticos.

Al respecto, Carlos Iván Degregori enumero los cambios estructurales que afrontó este sector de campesinos en  Ayacucho tras una década de violencia armada cuyo protagonismo no sólo corrió a cargo de Sendero Luminoso sino también de otros actores sociales. Los problemas más evidentes, según sostiene, son el derrumbe de su economía y la crisis de la estructura social urbana y rural. Pero además destaca como, otro legado importante de aquella refriega, a la generalización de los Comités de Autodefensa Civil (CADC) en todas las comunidades ayacuchanas. Si bien la introducción de estas organizaciones estuvo asociada inicialmente, al interés estrictamente militar, Degregori afirma que en la actualidad las rondas se han integrado a la dinámica interna de la organización social comunitaria. Tal afirmación se basa en dos estudios de caso que conforman el libro: Las rondas campesinas y la derrota de sendero.

En un pormenorizado estudio sobre el comportamiento de las comunidades campesinas en la región ayacuchana de Huanta, perfila la evolución del comportamiento de los campesinos ante la actuación de Sendero Luminoso. Si bien se reconoce tres momentos; primero, de asimilación pragmática del discurso senderista (1980-1982); segundo, de desencanto y adaptación en resistencia (1983-1987: periodo donde deciden trasladarse a otras regiones; por ejemplo, La sierra Central) y; tercero, de rebeldía abierta contra el partido maoísta (1987-1993) , el estudio constata la reacción no homogénea de los campesinos. Por ejemplo, constata que las comunidades que primero expresaron su desencanto frente a Sendero Luminoso fueron, paradójicamente, las más pobres: “ En contra de lo afirmado por el sentido común, se constata que no existió una correlación directa entre pobreza y apoyo a la actuación de sendero luminoso”. Curiosamente, fue en las comunidades pobres donde los primeros Comités de Defensa lograron derrotar a Sendero Luminoso.  Además ocurrió un hecho muy importante, “ … en los lugares donde las rondas campesinas se instalaron como resultado de un acuerdo entre la voluntad campesina y la política contrainsurgente de las Fuerzas Armadas, las rondas se asentaron lentamente dentro de la mentalidad comunitaria. Por el contrario, en los lugares donde las rondas surgieron bajo exclusiva compulsión militar, ellas fracasaron o desaparecieron.” De ahí que se concluye que si bien la experiencia de las rondas se asienta en la mentalidad de los campesinos ayacuchanos, éstas todavía no han llegado a formar parte de su identidad tal como ocurre entre los campesinos del norte del país.

En segundo estudio de caso, sobre la incidencia de Sendero Luminoso en el valle del río Apurimac, una región ubicada al norte de Ayacucho, añade a las constataciones del primer caso estudiado otra variable importante: la acción complementaria a las rondas de la prédica religiosa evangélica en la contención ideológica de la violencia y discurso senderista entre las comunidades campesinas. Pero se debe advertir que la generalización de las rondas en el valle, a diferencia del caso ayacuchano, se produjo como resultado del entendimiento coyuntural al que arribaron los productores de coca y las redes del narcotráfico. A ambos actores económicos les urgía lograr la completa extirpación de las huestes de Sendero Luminoso de la región. Tal objetivo se logró a fines de los años ochenta.

En síntesis, finalmente; los dos estudios de caso, desarrollan una serie de hipótesis acerca del fenómeno de las rondas campesinas en Ayacucho, Apurimac y probablemente en la sierra central. Así, Carlos Iván Degregori propone que su arraigo y éxito también se produjo como una consecuencia de la permanente contradicción entre el carácter prolongado de ocupación del espacio serrano para ganar bases de apoyo concebido por Sendero Luminoso y las formas ritualizadas del tiempo y el espacio mantenidas por la cultura andina, su identidad disímil inescrutable. Por su parte, Orin Starn, al enmarcar el fenómeno de las rondas campesinas en el terreno de los movimientos sociales, advierte que uno de sus límites ha sido el de extender la corrupción y el caudillismo en la relación entre las autoridades civiles campesinas y los militares. En suma, se pretende dar una mirada más cercana sobre el fenómeno de la violencia política en el Perú y su derrota por lo comités de autodefensa campesinas campesina (CADC) tal vez una mirada desmitificadora acerca de la verdadera capacidad de arrastre popular de Sendero Luminoso .
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lunes, 16 de mayo de 2011

EL DIARIO DE CRAB DAHMER

7 de noviembre.

A hora ya avanzada de la noche, bajo el sopor de prolongado abatimiento de sus heridas, intento ceder desesperadamente los cordajes que le perforaban las muñecas. Encontrar un consuelo, bajo la furia de una torrencial lluvia, más intensa cada vez,  era imposible. No le molestaba la humedad de la ropa,  pues los cuerpos inertes de otras victimas, alrededor de él, despedían el único calor necesario, mortificándole solamente las partículas de sal adheridas a sus parpados: los entornaba a menudo durante largo rato."


EL DIARIO DE CRAB DAHMER


1 de diciembre.

“Recordó el pesado y radiante metal de una explosión. Luego se dejo caer vertiginosamente al vacío, en forma tal, que aquella fosforecencia parecía sumergirlo ahora en el centro de un remolino de hojas demoledoras y cortantes. Precipitándose hacia la tierra, sintiendo de pronto como sus miembros se desprendían de su cuerpo, arrancados por aquel fuego extraordinario.


            15 de diciembre.

“Horas mas tarde. Al despertar, se puso a contemplar la pureza del azul del cielo. Se incorporo a medias y un grupo   de golondrinas empezó a volar a lo largo de un peñasco, volando luego en forma de espiral, al sentir su presencia.. Se encontraba, tendido, al borde de un abismo, en una saliente rocosa. Uno de sus extremos tenía por lindero un grupo de rocas, extendidas a partir de un pequeño collado. En el otro extremo, los árboles se desvanecían precisamente en un punto en el que parecían flotar en el aire. Más allá,  se veía una hilera frondosa de árboles, interrumpidas por alguno que otro camino de herradura.

“_. No hay forma de llegar hasta allá:_ , musitó aturdido. No había manera de averiguar con exactitud de que se trataba todo aquello, cuanto le rodease, pero no le fue difícil darse cuenta que su rostro; antes, arrancado y ensangrentado, ahora irradiaba un albor  que quemaba y se extendía por todos sus miembros, mientras veía desaparecer, y dejar atrás, entre las rocas y árboles, envuelto en la niebla, su silueta silenciosa y sombría….


17 de diciembre

Luego le pareció percibir el rítmico traqueteo de una ametralladora; entornó los ojos y echo un vistazo cauteloso hacia el horizonte, hasta dar con un vertiginoso helicóptero proveniente del oeste.
Ruinoso avanzaba en dirección de él, hasta que, en un instante dado, viró de improviso y continuo volando a lo largo de la arboleda.”



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